domingo, 22 de septiembre de 2019

Virgen de la Aurora

Recortes de la 
Revista Mariana : publicación mensual con censura eclesiástica. Dedicada a fomentar la devoción a la Santísima Virgen Año III Número 27 - 1925 noviembre
Página 11









Poesía de Pablo García Baena


"Por entre el sueño yerran voces de madrugada.
Pasan los muñidores del Rosario cantando
'La campana de la Aurora suena, si no te levantas por tu voluntad...'
Huele el alba a tabaco, a aguardiente y a cera"

Artículos de Ricardo Molina con el seudónimo Eugenio Solís


Hemeroteca del Archivo Municipal de Córdoba
Pueblos--> Valenzuela
25/12/1959
Los campanilleros de Valenzuela


   Hace treinta años estaban de moda las canciones de los campanilleros. La radio y los discos atormentaban con los populares “campanilleros cantados por la Niña de la Puebla, que en aquella época era estimada como una única estrella del cante. Todavía resonaban en la atmósfera musical española ecos y jirones de la “Copla andaluza”, y esas colombianas, milongas y fandanguillos de Pepe Marchena que hoy nos producen horror en su empalagoso y vulgar “gachonismo”. Eran los tiempos triunfales del cante “payo”, como consecuencia del influjo de don Antonio Chacón. El buen cante, el cante puro, viril, dramático, vivía en penumbra, refugiado en Manuel Torres, la Niña de los Peines, Tomás Pavón, los grandes maestros gitanos.

   Hoy, después de tantos años, a pesar del descrédito que para los populares campanilleros, significó la canción de la Niña de la Puebla, canción de tan baja calidad y tan insulsa como las de Juanito Valderrama; hoy, repito a pesar de todo, cuando oímos el cante de los campanilleros sevillanos de Bormujos o de los cordobeses de Valenzuela, sentimos que nos cautivan, que nos conquistan con su viejo arte tradicional. Es que lo verdaderamente popular nunca envejece ni cae en lo vulgar. Lo vulgar no es nunca obra del pueblo. Lo es más bien de la burguesía que en su afán por superar lo folklórico crea una “hybris” o mixtura, de la que nuestras zarzuelas, producto netamente burgués son un buen exponente.

   Hace más de diez años que no oigo los campanilleros de Valenzuela, pero su recuerdo pervive en mí imborrable. Yo tuve noticia de ellos y noticia entusiasta, por el pintor Ginés Liébana, cuya sensibilidad exquisita estimé siempre como brújula artística. Y un buen día en diciembre, me planté en Valenzuela. Tuve la suerte de oírlos:


Es María la fuente de gracia

que tiene los caños de fino metal”.

   Coplas marianas y navideñas, interpretadas con gracia inimitable, de un sabor inextinguible y de una piedad sencilla y conmovedora. Música elemental, reiterativa, dulce y fresca, jugada con violines, guitarras, campanillas, triángulos y panderas; canto a una voz, sin alardes pretenciosos como los que ostentan lamentablememte los campanilleros de Bormujos en su reciente grabación, donde para dar más tono a las coplas adulteran la primitiva sencillez descomponiendo la voz única cantada por el coro en varias voces. ¿Polifonía popular andaluza? Eso nos sabe a orfeones vasco-navarros, pero no a Sevilla?


   En las vísperas de la estruendosa y agamberrada Nochebuena cordobesa –de la capital— ante la inminente amenaza del griterío y alboroto populachero, pensamos con nostalgia aquellas admirables agrupaciones folklóricas de la provincia. Pensamos con envidia en la Nochebuena íntima, ingenua, familiar de los pueblos. En las cocinas camperas; en las chimeneas donde arde un fuego vivo y fragante; en la gran noche estrellada que diríase precipitarse sobre el pueblo, en la recogida misa del gallo; en la ruda y simple devoción campesina; en todas las cosas, que son el polo opuesto de lo que en las grandes ciudades nos espera, encontramos depositados los sedimentos áureos de veinte siglos de cristiandad andaluza Valenzuela, como Castro del Río, Montilla, y Lucena, aún mantiene, o mantenía hace pocos años, la hermosa tradición cordobesa de los campanilleros, que en su autenticidad folklórica –letra y música autóctonas— son un islote de gracia, un oasis de buen gusto y de emotividad en el árido desierto de los ruidos navideños.

 

12/5/1954

20/12/1954


El Folklore mariano de Valenzuela
Que Andalucía es la tierra, de María Santísima, a la vista está. Si realizamos un itinerario por nuestros pueblos y nos fuéramos deteniendo en sus iglesias ermitas, nos encontraríamos con que en toda o en casi todas tal o cual advocación de la Virgen es objeto invariable de culto especial. Si los visitamos en Semana Santa, probaremos que la culminación del fervor popular tiene lugar el el momento en que el "paso" de una Virgen (la Soledad, los Dolores, la Amargura, etc.) desfila entre la apretada muchedumbre. Las romerías, son marianas. (La cordobesa de San Álvaro y el Cristo de Santo Domingo es una excepción que equilibra la de Nuestra Señora la Purísima Concepción de Linares). Los viejos fanales, de tan evocadora gracia, protegen con su curvo cristal, imágenes de Nuestra Señora, con preferencia. En pocos sitios del mundo puede comprobarse tan bien como en Andalucía la ancestral devoción del pueblo a la Santa Madre de Dios: Nuestra Señora de la Cabeza Nuestra Señora de la Sierra, Nuestra Señora de Araceli, La Virgen del Rocío... Cada provincia, cada comarca, cada localidad rinde especial veneración a cada advocación de María Santísima.
El folclore que brota del corazón del pueblo y proclama al son de la guitarra lo que hay dentro de él, es portavoz del fervor mariano andaluz. Incluso las coplas profanas proclaman amor a María. Todos hemos oído cantar aquellas tradicionales letras de la campiña a la Virgen de Araceli. Rasgan la guitarra por malagueñas, con indefinible desgaire que sabe a pereza oriental y a ritmo de la ola en la costa del sol. Sale una voz, cantando por fandangos de Cabra o de Lucena y su letra es una oración donde se ofrece la casa a la Virgen para que en ella se aloje como una Reina mientras le acaben su camarín los albañiles. O bien:
"Si te llamas Araceli
no llores ni tengas pena,
porque Araceli se llama
la patrona de Lucena.
Pero en Valenzuela, ademas de cantarla por fandangos, la alaban como en parte alguna acaso con el Rosario de la Aurora. ¡Qué aroma de vieja y pura cristiandad trasciende! El Rosario de la Aurora tal como lo interpretan tos populares campanilleros de Valenzuela es un espectáculo digno de la pluma de un Francis Jammes.
Parra trasmitir su emoción no hay otro lenguaje que el verso la poesía, una poesía ingenua y sabia a un tiempo, inocente y purísima, pero consciente de su propia ano inocencia, tal como la del autor de loes "Geórgicas Cristianas" o del "Toque de Alba al Toque del Angelus".
Conservo pliego de papel de barba atiborrado de coplas que cantan a la Virgen los Campanilleros dé Valenzuela. Fue un regalo de Liébana. Elegir entre esas letras es imposible. Todas son a cual más hermosa. Unas intentan resumir la historia de la Virgen, otras son un piropo andaluz lleno de respeto y de amor a Nuestra Señora; otras son encantadora y espontánea poesía. Pero las "letras" no hablan aunque dicen muchas cosas. Hay que oirlas en "su propia salsa",esto es cantás:

"Es María la fuente de gracia
que tiene los caños de fino metal.
Al sediento que de ella bebiere
la misericordia no le ha de faltar.

Fuente de aguadús
que al enfermo y al triste le ofrece
sus aguas preciosas que dan la salud".
Salud de los enfermos y alegría de los tristes es Maria en esta inspirada canción. Su gracia es leve, sencilla y natural como la del agua ¡Y qué precioso acierto al llamarte “fuente de aguadús”! Cuando la oí por vez primera, me pasó lo que a Alfonso Reyes al leer en Tirso la palabra "verdegay" Sentí toda la fascinación del inefable lenguaje popular,
¿ Cuándo se oirá en Andalucía, en Córdoba, una institución folklórica seria que recoja, estudie y salve de la inminente muerte futura estos volanderos fragmentos del alma andaluza?
Eugenio Solís

16/12/1964




Las viejas coplas de los hermanos de la Aurora de Valenzuela

El folklorista, el costumbrista, el etnógrafo, tienen mucha tarea por delante. Sin salir del dominio provincial cordobés hay materia a recoger y estudiar para muchos y durante mucho tiempo, Tradiciones zozobrantes a medio desaparecer; costumbres viejas encalladas; hábitos metamorfoseados pero supervivientes tras engañosa máscara, esperan y vegetan dispersos por el área provincial cordobesa.
Aquí tenemos Valenzuela y sus arcaicas coplas marianas que los campanilleros de antaño entonaban en las frías madrugadas otoñales por las calles desiertas Ose. ¿Quién las recogerá si no lo hacemos nosotros? No se busque en estás "letras" primores literarios ni profundos conceptos: Simplicidad e alborada, espontaneidad de flor campesina, gracia de golondrina o de ira. ¿Qué dicen, heraldos del alba, los viejos cantores? ¿Qué cantan los mozos del pueblo a la madre de Dios?
Para satisfacer la curiosidad del lector y para conservar estas coplas, no dejaremos pasar la ocasión recoger algunas, tal como todavía perduran al la memoria del pueblo.

"En el nombre del Padre y del Hijo
y Espíritu Santo principio a cantar
Necesito el auxilio y la gracia
de esta Virgen pura para comenzar.

"Lo primero que has de hacer cristiano
cuando te levantes con fé y devoción;
    – ¡Sea por siempre bendito, alabado
    y reverenciado el Hijo de Dios!
"Es María la que nos ampara
y por eso vamos con tanto fervor
publicando a voces esta Reina
y el poder tan grande que le ha dado Dios.

"Los hermanos de la Santa Aurora
por calles y plazas salen a muñir
No le temen al frío ni al agua
ni a las malas noches que pasan por ti.

"Es María la fuente de gracia
que tiene los caños de un fino metal.
El sediento que en ella bebiere
la misericordia no le ha de faltar.

"Padre Nuestro que estás en el cielo
y santificado tu nombres feliz,
vénganos el tu reino y líbranos
de las tentaciones del Dragón sutil.

"Es María la fuente de gracia
donde los cristianos bajan a beber
aquel agua clara y viviente
que con eficacia aplaca la sed.

"Estás acostado
contémplate muerto,
que enterrado estás y la cama "tiés" por sepultura
las ropas en tierra, requiescat in pax.

"Estás acostado
si no te alevantas por tu flojedad
por gozar el calor de la cama
mira no se vuelva calor infernal.

"Estaba la Aurora en su adoratoria
haciendo oración
por la puerta se le ha entrado un Ángel
vestido de blanco que parece un sol.
"Es María la caña de trigo
San José la espiga y el Niño la flor
y el Espíritu Santo es el grano
que allí está encerrado por obra de Dios.

"Sacra Emperatriz por la muerte
y pasión de tu Hijo
que el Señor nos libre del Dragón sutil

"Si la Aurora entrara en tu cuarto
digo que quedarás absorto
de ver una luz en tu oscuro aposento
y un Sol tan brillante al amanecer.

"Alegraos Sagrada Princesa
pues ya he dado vueltas por tódo el lugar
dando voces a los pecadores
que el Santo Rosado vengan a rezar.

¡"Que vamos allá!
a rezarle el Rosario a la Aurora
y a las Tres Personas de la Trinidad.

Fotografía de El Vinagorro

 
 

Vivir. Carta de  Ginés Liébana

Cordópolis. 1 de enero de 2023

 Yo nací antes de nacer. Parece una ironía. Llegué a Córdoba con seis años. Lo que yo pasé antes de llegar a Córdoba es muy largo, pero que muy largo. En mi lejana infancia intervino mucho la boca. Ella era la puerta a la existencia y la sensualidad. Hay cosas de la infancia que no puedo decir porque siendo orgánicas son bellas. Yo lo intuí todo. En Valenzuela eran los hombres los que rezaban el Rosario de la Aurora. Yo los escuchaba, con sus voces duras rezando de aquella manera, que no eran rezos susurrantes, sino rezos fuertes. A mí se me han quedado esas voces en la memoria. Yo lo recuerdo, debido a una atención especial que yo ponía a todo.

Eran unas voces violentas que asustaban a los niños, pero a mí me despertó una cosa insólita por esa atención mía. Se me ha quedado en el recuerdo el olor a aguardiente seco tan característico de aquellas mañanas, cuando los hombres salían a rezar –porque rezar es cosa de hombres– de una forma tan bestia y delicada a la vez

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